Inconsciente Colectivo

Podría pasar la vida entera intentando descifrar hacia donde va el 143. Quizá moriría sin poder develar el misterio. Si tiene destino alguno o recorrido fijo no lo sé. ¿Por qué recorre Rosario sin cumplir su función, simplemente deslizándose por las calles , casi sonriendo esquina a esquina a infelices que en vano esperan por líneas que nunca llegarán? Infelices que saben que su pasaporte a casa no llegará. Que el 138 no llegará. Que el 142 no pasará esta vez. Aún peor , pasará tarde. Tan tarde que el partido ya habrá terminado y la sopa estará fría una vez más. Infelices como yo, que después de horas de espera y de solo ver desfilar al maldito 143 una y otra vez tendrán la certeza de que el 143 no va a ningún lado ni lleva a nadie a ningún lado. Y es que sus choferes e incluso los pasajeros son gente contratada por el gobierno. Gente que simula, que pretende ir hacia algún lugar pero que solo cumple con un horario de trabajo. Una fachada con fines tan macabros que Rosario nunca lo descubriría. Pero nosotros sí. Es verdad que no tengo pruebas ni fundamentos para demostrarlo aún , pero tiempo al tiempo.
Tiempo al tiempo. El tiempo pasa y no aparece. Carlos no se baja de ningún colectivo y yo sigo aquí esperándolo ansiosamente, esperando una respuesta, una prueba. ¿ Qué mejor que subirse una vez y comprobarlo nosotros mismos? - Me había dicho- Quizá tenía razón, pero yo tendría que haber sido el que corriera el riesgo. Lo busco entre la niebla amarilla, pero no puedo encontrarlo, la vorágine me lo impide, ajena a mi desesperación, ajena al peligro que el 143 representa. Suben a su perdición, a un camino sin retorno. Y no lo saben. Miro hacia ambos lados de la calle a ver si alguien se percata de mi insignificante presencia. A ver si alguien me impide que lo haga. Cierro los ojos. Con una mano en el bolsillo jugueteo con las monedas. Creo llegar a los 0, 90.